Un breve relato basado en hechos reales

Un empresario del sector gastronómico conversa con su hijo, quien acaba de egresar de la Escuela de Administración de una buena Universidad de su localidad, sobre la posibilidad de crear un sitio web y entrar en eso que llaman “Redes Sociales”. Al parecer esto es “la moda”; las personas dicen que funcionan muy bien para darse a conocer y que ayudan, de algún modo, a ganar nuevos clientes.

Su pequeño restaurante ha sido por mucho tiempo uno de los más reconocidos de la ciudad y ha llegado la hora de mejorar su “marketing”. Hasta entonces, solo se había invertido en temas operativos, en algunos anuncios en la prensa y en una cuña rotativa en la Radio. Pero en la última conferencia a la que asistió, alguien que al parecer era experto en redes sociales, finalizó su ponencia con esta contundente frase: “Si no estás en Twitter y Facebook no estás en nada”.

Dadas las circunstancias, era evidente que había que dar el salto a Internet.

El joven administrador que ha sido un estudiante destacado en su facultad y además tiene cierta experiencia en redes sociales, le plantea las siguientes preguntas:

• ¿Qué quieres lograr exactamente con esa página web y tu participación en redes sociales?
• ¿Quiénes serán los responsables de manejar el trabajo que eso representa?
• ¿Tienes claro cuáles son los principales intereses de los clientes que deseas conseguir en Internet?
• ¿Tienes idea del costo que esto supone?
• ¿Estás consciente que necesitas definir valores claros que identifiquen el negocio?

Ante estas preguntas, el empresario comprendió que necesitaba reflexionar sobre ciertos asuntos vinculados directamente con la administración de su negocio antes de tomar la decisión de entrar en Internet.

Lo que el Tío Seth dice al respecto

El prominente empresario estadounidense Seth Godin ha desarrollado una teoría que explica de manera muy clara lo que sucede cuando las personas y empresas entran a la nueva economía de Internet y comienzan a usar los medios sociales sin tener conciencia del cambio que esto implica en los cimientos de sus negocios.

Veamos:

Imagine como sería comerse un helado de albóndigas. Suena poco apetitoso ¿Verdad? Las albóndigas, por su lado, son muy sabrosas y el helado, por su parte, también es bueno. Pero imaginen colocar una albóndiga sobre una barquilla, agregarle crema chantilly, chispas de chocolate y una cereza.

¿Un helado de albóndigas?

Sí, así luce una empresa cuya estructura pertenece a la era industrial, pero decide incorporarse a la economía que ha nacido en la era de la comunicación y la información, conservando los viejos paradigmas que configuran su negocio.

Lo diré más claro: esto es lo que sucede cuando decides abrirle a tu viejo negocio unas cuentas en Facebook, Twitter, Instagram, etc.,  sólo para hacer publicidad.

[ctt title=”Lo que sucede cuando le abres cuentas en redes sociales a tu viejo negocio sólo para hacer publicidad” tweet=”Lo que sucede cuando le abres cuentas en redes sociales a tu viejo negocio sólo para hacer publicidad http://ow.ly/MSLJI” coverup=”9eW5o”]

Es como comprarse un iPhone 6 con el único propósito de hacer llamadas telefónicas. Es decir, un enorme desperdicio de recursos y dinero.

¿Qué hacer para evitar que esto suceda?

1. Enfócate en ser la mejor solución

Deja de pensar en ventas, en persuadir y retener clientes. Piensa en satisfacer necesidades y resolver problemas, siendo socialmente responsable y tomando en cuenta el impacto que tus soluciones tienen en el medio ambiente. Cuando haces eso, los clientes llegan deseosos de comprar lo que vendes y si realmente es tan bueno, se quedan y compran más.

2. Actualiza tus herramientas

Deja de hacer spam (fastidiar a tus clientes) con tus cuñas que interrumpen su programa favorito, olvídate de entregar papeles molestos con publicidad que nadie va a leer.  Si entregas información que le interese a tu público objetivo, te dejarán entrar en su computador, en su teléfono y en su tableta. Esto requiere que te asesores con especialistas en marketing digital, que inviertas en herramientas modernas que te permitirán conseguir resultados reales y que te ocupes del entrenamiento de tu equipo de trabajo.

3. Piensa en los detalles del problema que resuelves

Los clientes no quieren estar entre la masa que compra tus productos, tampoco quieren que les resuelvas el problema a medias.  Ellos quieren que resuelvas sus problemas y necesidades, comprendiendo la complejidad que hay detrás de eso.

4. Conecta

No te concentres el los atributos de tu producto, no pongas toda tu atención en ser el más innovador y diferente del mercado. Concéntrate en conectar con los valores de las personas y ellos acompañarán tu causa de por vida.

 5. Ve más allá de los productos y servicios

A las personas no les basta con que tu producto sea útil, tampoco se conforman con que tu servicio los emocione. Las personas desean que tu producto sea útil, que tus servicios los emocione, que todo eso impacte positivamente en su estilo de vida y que, bajo ningún concepto, le haga daño al resto de la humanidad o al medio ambiente.

6. Haz que tu marketing sea humano

Deja de mostrar cuán brillante es tu producto, tampoco centres tu atención en ganarle la batalla a tu competencia. Haz lo que tienes que hacer por las personas, participa en conversaciones de calidad con ellas, conócelas, indaga acerca de sus intereses, háblales su idioma, genera contenido de valor, construye relaciones duraderas y preséntales tus productos y servicios en forma de solución a sus problemas y necesidades; ofréceles una experiencia memorable y deja que tu trabajo hable por ti.

Cuando hayas hecho estos cambios en la esencia de tu organización estarás listo para entrar en la nueva economía de Internet.

Si quieres obtener los beneficios de la transformación digital de tu negocio, es mejor que estés dispuesto a cambiar. De lo contrario, corres el riesgo de utilizar tu computador como una maquina de escribir.

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¿Qué te hace falta para llevar tu negocio a Internet?